sábado, 27 de julio de 2013

El escudo de la familia






Por Hu Chenzhong

Un país tiene su bandera, y una fábrica o una escuela tienen su escudo. Siempre me pareció raro que mi familia tuviera también un escudo. Esta insignia familiar no era más que el dibujo de un pez en la puerta de la casa, y de hecho estaba hecho de una forma tosca y con líneas mal hechas, de modo que a duras penas se podía interpretar la figura. Y por supuesto, no iba nada bien con la familia de un pintor cuyo talento se conocía en todo el distrito. Para cuando entré a estudiar en la Academia de Artes de la provincia, ya me era insoportable contemplar la existencia de semejante crudeza de dibujo, y mucho menos tenerla como insignia de nuestra honorable familia.

De modo que un día, me armé de una lija y mezclé un bote de pintura de color castaña, determinado a quitar esa figura y pintar la puerta con un nuevo emblema familiar. Pero justo cuando estaba por empuñar el pincel para hacer un bosquejo de la nueva composición, apareció mi padre.

“¿Qué haces aquí?”, me preguntó con tono triste.

“¿Quieres saber lo que hago? Voy a crear una nueva insignia familiar,” contesté levantando el pincel.

“¡Espera! Déjame primero contarte la historia de ese pez.” Mi padre suspiró profundamente antes de encender un cigarrillo, y entonces me emepezó a contar el secreto de esta imagen, un secreto que tantas veces había querido averiguar:

“Mi abuelo tenía cuatro hijos, todos altos y fornidos. En aquel entonces, había guerras que causaban caos por todas partes, y aún con cinco hombres en casa nuestra familia a duras penas podía ganar lo suficiente para subsistir.

Una noche, mi padre se despertó y salió al baño del jardín, cuando vio una figura humana escurriéndose entre las sombras rumbo a la cocina. Gritando para que sus hermanos vinieran a ayudarlo, rápidamente atrancó la puerta. Todos se levantaron de un salto, tomaron lámparas, palos y hachas, y se pusieron a buscar por todos los rincones de la casa. Tienes que entender que en aquel entonces, un kilo de grano representaba la diferencia entre la vida y la muerte; así que estaban todos decididos a encontrar al ladrón y dejarlo por lo menos cojo, si no es que matarlo. Buscaron por todos lados pero al final no hallaron nada, así que se pusieron a burlarse de mi padre y a decirle que estaba miope, aunque él juraba que había visto a un hombre. Mientras discutían de esta forma, llegó mi abuelo y les dijo que se fueran a dormir de una buena vez. 

Cuando se retiraron, mi abuelo se acercó al gran tonel de agua que teníamos en la cocina y golpeó la tapa, diciendo “Deja de esconderte, sal pronto de ahí.” Al oír estas palabras, un hombre asomó la cabeza, empapado y con una palidez de muerte en el rostro. Temblaba de miedo, con una mano sujetando la tapa del tonel y con la otra una bolsa de arroz. 

Viendo al ladrón, mi abuelo suspiró. “Ya ha pasado todo, ahora vete pronto de aquí, si mis hijos te encuentran seguramente te dejarán malherido.”

El ladrón miraba con incredulidad, sin poder dar crédito de que pudiera escapar sin daño de la situación. Mi abuelo le hizo seña de que se retirara y el hombre salió del tonel para irse, cuando mi abuelo notó que había dejado caer la bolsa de arroz, de modo que la recogió y se la ofreció al ladrón. “Llévatelo, te puede durar unos días a ti y a tu familia.” El hombre quiso decir algo pero las lágrimas se le agolparon en la garganta. Sólo pudo bajar la cabeza y retirarse en silencio. Cuando estaba por llegar a la puerta mi abuelo lo alcanzó y le dio una tira de monedas de cobre también, diciendo “Toma este dinero también, quizás con él puedas empezar algún pequeño negocio. Pero abandona esta actividad deshonrosa.”

El ladrón se puso de rodillas y tocó el suelo con su frente varias veces antes de por fin retirarse.

Pasó bastante tiempo después de ese episodio y un día muy de mañana, cuando mi abuelo abrió la puerta encontró un pescado fresco, como de un kilo, colgando del picaporte. Al principio se sorprendió, pero tras pensar un poco, llegó a la conclusión que el ladrón debía haberlo dejado ahí. Quizá se había convertido en pescador o en comerciante de pescado.

A partir de ese día, cada día aparecía un pescado gordo y fresco colgando de la puerta, y nuestra familia tenía suficiente pescado para comer. Mi padre y sus hermanos estaban perplejos así que un día mi abuelo finalmente les explicó la historia del origen de los pescados.

Tras meses de comer pescado diariamente, mi abuelo se preocupó y consideró que la familia iba a terminar arruinando el negocio del comerciante de pescado, así que durante los siguientes días se puso a espiar de noche. A la tercera noche, finalmente descubrió al mensajero, y se enteró de la realidad: quien enviaba el pescado ya no era el hombre que había entrado a casa una noche, sino su hijo, a quien su padre le había pedido continuar con esa tarea poco antes de morir. 

Así que mi abuelo propuso algo para cumplir con los deseos del difunto: le dio un cuchillo al hijo, y le pidió que dibujara con él un pescado en la puerta, para representar su intención de pagar su deuda.

Desde entonces nuestra familia ha respetado los deseos de mi abuelo, y hemos mantenido el dibujo del pescado en la puerta, sin importar cuántas veces la casa en sí ha sido remodelada. De esta forma es que el pescado se convirtió en el emblema familiar.”

Cuando mi padre terminó su historia, dejé el pincel y me quedé contemplando el dibujo por un largo, largo tiempo.



* * *

Hu Chenzhong es un editor y escritor casi desconocido, originario de la provincia de Hunan. Publica en revistas y periódicos locales y es especialista en historias cortas como esta. En 1997, fue incluido en la antología de Panda Books, “Anecdotal One-Minute Stories”.

Si quiere ver otros cuentos cortos de escritores chinos contemporáneos, lea Doña Alta y Don Bajito (una historia de amor), o bien la estremecedora Un Puñado de Arroz. O si prefiere a los poetas clásicos chinos, lea El Exquisito Placer del Ocio.



VIDEO DEL DÍA


The Little Match Girl, ó La Niña de los Cerillos, es un cuento clásico de Hans Christian Andersen (1845), quien lo escribió con la intención de concientizar a la gente de su tiempo del sufrimiento de los niños de las clases bajas en Europa. Ha sido animada y filmada muchas veces, y esta es una muy bella versión:




  

1 comentario:

  1. "Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego" , me recuerda a esa frase que se la atribuyen a Gandhi, no se si sea de el o no,

    Y si aunque a veces la manera mas fácil de reaccionar a una situación como un robo o una mentira parece ser la violencia, no lo es, hay que ver mas allá de nuestras acciones.

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