martes, 9 de abril de 2013

Maestros rurales y fe que mueve montañas



La película china COUNTRY TEACHERS (1993) muestra situaciones comunes de la educación rural en China antes de la reforma educativa (1993-2003). Es la historia de una jovencita que es asignada como profesora de una escuela en una paupérrima villa montañosa, y de los retos que tiene que afrontar con sus problemas de adaptación a la vida rural y la responsabilidad enorme de ser la única fuente de educación básica que tendrán sus pupilos.

Es una magnífica película en el estilo naturalista de los mejores directores chinos, que usan a gente común y sin experiencia de actuación para interpretar a la mayoría de los personajes. La exaltación de la educación es un tema clásico en la literatura china, y esta historia ilustra perfectamente todas las imágenes que han sido subrayadas en los relatos de maestros pobres, desde Confucio hasta los "maestros descalzos" de la Revolución Cultural.

Una de las escenas más poderosas, cuando ya la joven maestra ha demostrado su valía a los ojos de los campesinosy más importante, se ha dado cuenta de su propia importancia es cuando uno de los hombres de la aldea le dice:

Una buena estufa dura ocho ó diez años, pero su enseñanza durará generaciones… cuando nuestros niños crezcan, lo enseñarán a sus hijos, y así durará para siempre. ”

Esta es una referencia directa a una historia tradicional, El Viejo que Movió las Montañas:

Un viejo que vivía en una pobre región montañosa estaba insatisfecho, pues había dos grandes montañas frente a su hogar que hacían la travesía entre su pueblo y el siguiente muy fatigosa. La gente demoraba mucho tiempo en hacer este viaje, lo cual resultaba en gran cantidad de inconvenientes. Un día, reunió a su familia y les dijo, “Debemos hacer algo acerca de esto. Sería de gran ayuda para todos si pudiéramos quitar esas montañas de ahí”. Todos sus hijos se sintieron entusiasmados y le dijeron, “Padre, te ayudaremos. Eso traerá un gran beneficio a las dos aldeas.” Su esposa no estaba muy convencida, pues preguntó, “¿Dónde podrían poner esas montañas enormes, si es que intentan quitarlas de ahí?” Los hijos respondieron al unísono, “¡Es fácil, las llevaremos al mar!” Con esto, empezó la tarea. 

Día y noche, el viejo y su familia iban a las montañas y llenaban carretas de piedras y tierra, llevándolas lejos. Los habitantes de la aldea, al enterarse de esto, se sintieron tan conmovidos por su voluntad, que se unieron sin vacilar al trabajo. Niños y ancianos, mujeres y hombres, todos ayudaban, sin miedo al cansancio. 

Un día apareció caminando un viajero, que llevaba puesto su sombrero de erudito y parecía muy respetable. Viendo a toda la gente trabajar de esa manera, preguntó la razón y al enterarse, se rió y fue con el viejo, diciéndole, “¡Eres un viejo tonto! ¡Tu cuerpo ya está curvado por la vejez, apenas puedes levantar un par de piedras, y piensas que puedes mover esas dos montañas enormes y llevarlas al mar!”

El viejo rió y respondió, “Hasta un niño pequeño es mejor que tú. ¡Mírales trabajar! Aunque yo soy viejo y pronto moriré, tengo hijos que vienen después de mí.  Y si ellos mueren, sus hijos vendrán tras ellos. Y así seguirán, y los descendientes de este pueblo jamás se acabarán. Esas dos montañas son grandes, pero no pueden hacerse más grandes. Cada vez que excavamos un poco, significa que se hacen un poco más pequeñas. Y de esta forma, ¿quién nos impedirá lograr nuestro objetivo un día? ”

El Emperador del Cielo, viendo la fe de este hombre, se apiadó de él y envió a dos espíritus a mover las montañas y dejarlas en otro lugar.


La película es una que tengo muy cerca del corazón, ya que yo mismo me desempeñé como profesor de inglés en zonas rurales cuando primero llegé a China en el 2000, y aunque ni de lejos pasé penalidades tan extremas como las de esta historia, sí que experimenté tanto el difícil proceso de adaptación como el muy gratificante hecho de hacer amistades para toda la vida, y cada año regreso a las aldeas a saludar a mis antiguos alumnos y colegas.


El DVD está disponible aquí y aquí.

  

   

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